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domingo, 10 de junio de 2018

Energía: ¿El retorno de la minería del uranio a la Argentina?

El memorando de entendimiento firmado en enero pasado por Argentina y Rusia permitiría reactivar la minería del uranio en nuestro país.
El momento de la firma del memorando de entendimiento entre Argentina y Rusia.

 Por Mariano Roca - Infobae.com

Luego de más de dos décadas de paralización del sector, el memorando de entendimiento para la exploración y explotación de uranio, suscripto en Moscú en enero pasado durante la visita oficial del presidente Mauricio Macri, abre las puertas para reactivar la producción de este estratégico mineral en nuestro país. Participaron de su firma el canciller Jorge Faurie, en representación del ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao; y los presidentes del grupo ruso Uranium One, Vasily Konstantinov, y de la empresa UrAmerica Argentina, Omar Adra.

Desde 1997, cuando se suspendieron las actividades mineras en Sierra Pintada, las necesidades de la industria nuclear local han sido satisfechas por el mercado internacional. En los últimos años, las importaciones de uranio natural provinieron principalmente de Canadá y, en menor medida, de Kazajstán, con precios promedio que oscilaron entre los 120 y los 170 dólares por kilo.

El próximo año, cuando vuelva a operar Embalse –tras la parada técnica para su repotenciación y extensión de vida–, el consumo anual de las instalaciones nucleares argentinas estará en el orden de las 220 toneladas de uranio natural. A mediano plazo, la puesta en marcha de la cuarta y quinta centrales sumará una demanda adicional de 280 toneladas anuales, lo que arrojaría un total de 500 toneladas anuales.


Rusia aportará su know-how para la explotación sustentable
 de minas de uranio en nuestro país. Foto: AFP.
De acuerdo con un informe de la Dirección Nacional de Promoción Minera, los recursos de uranio identificados en la Argentina ascienden a 31.685 toneladas. El cálculo surge de la sumatoria de los recursos razonablemente asegurados y de los inferidos –a un precio menor o igual a 130 dólares por kilo– de seis yacimientos: Sierra Pintada (Mendoza), Don Otto (Salta), Cerro Solo, Laguna Colorada, Laguna Salada y Meseta Central, estos cuatro últimos ubicados en la provincia de Chubut.

El objetivo de UrAmerica, una compañía que tiene diez años en el sector, es posicionar a nuestro país como productor de uranio para abastecer tanto la demanda local como regional. "Argentina no puede desperdiciar su potencial en un momento en el cual el mundo tiene que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y en un contexto en el que, para 2030, va a haber el doble de reactores nucleares de los que están funcionando actualmente", señaló, en diálogo con DEF, Omar Adra, el fundador y presidente de la compañía argentina firmante del memorando.

Al contexto global de presión sobre la oferta de uranio, se suma un factor geopolítico que afectará directamente al mercado: el fin del proceso de desarme nuclear, del que procedía alrededor del 30 % del abastecimiento del uranio, ahora destinado a usos civiles.

La búsqueda de recursos adicionales de uranio se convierte, entonces, en una necesidad para atender la futura demanda de la industria. Con el foco puesto en el desarrollo del potencial argentino, su empresa ha desarrollado en los últimos años un ambicioso programa exploratorio en la Meseta Central chubutense. Tal como informa en su página web, "el posicionamiento actual de las propiedades de UrAmerica cubre áreas altamente prospectivas para la exploración de uranio, incluyendo más de 145.000 hectáreas que se encuentran rodeando el Cerro Solo, que es el depósito de uranio alojado en rocas sedimentarias más grande y de más alto grado en Argentina, y el open pit –mina a cielo abierto– de Los Adobes (histórico), ambos controlados por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA)".

Adra dejó en claro, ante la consulta de DEF, que "con el valor actual del mineral en el mercado, la opción del open pit no es económicamente viable para el uranio".

El proceso de tratamiento del uranio. Foto: Dioxitek.
En octubre de 2011, la empresa selló una alianza estratégica con el coloso canadiense Cameco, el mayor productor mundial de uranio. "A pesar del accidente de Fukushima (ocurrido en marzo de 2011) y más allá de las circunstancias del mercado, Cameco consideró que el desarrollo de la cuenca de Chubut, con un potencial uranífero comparable al de Kazajstán, debía ser atendido porque estaba claro que en el futuro iba a faltar uranio en el mercado", explicó el presidente de UrAmerica.

Kazajstán tuvo un plan estratégico en los últimos quince años, con la decisión del gobierno de desarrollar su potencial uranífero. Entre 2001 y 2013, el país centroasiático multiplicó por diez su producción, al pasar de 2022 a 22.550 toneladas anuales. Luego de un pico de producción de 24.560 toneladas en 2015, se decidió un leve recorte que ubica su producción actual en torno a las 23.000 toneladas anuales, lo que representa alrededor del 40 % del total mundial.

El resultado fue el mayor programa de exploración de uranio en el menor período de tiempo: se perforaron 24.000 metros en solo 18 meses, lo que le valió a UrAmerica el reconocimiento del organismo internacional. Con el resultado de la exploración realizada juntamente con la empresa canadiense Cameco, se determinó que los recursos inferidos de la Meseta Central ascienden a 19,1 millones de libras de óxido de uranio (U308), con una ley promedio de 310 partes por millón, lo que implica que estamos ante un yacimiento económicamente explotable.

UN MÉTODO DE EXTRACCIÓN SUSTENTABLE

En el flamante memorando, el aporte que hará Uranium One, subsidiaria de Rosatom y consolidada desde hace siete años como la cuarta productora mundial de uranio, será el know-how del método de recuperación in situ, que permite la extracción del mineral sin movimiento de suelos y con un menor impacto sobre el medio ambiente, en línea con el concepto de smart mining (minería inteligente). El uranio se mantiene en el yacimiento y se inyecta, mediante un sistema de pozos, un agente lixiviante que permite disolver el mineral. La solución uranífera es posteriormente bombeada hacia la superficie, donde se procesa gradualmente hasta obtener un concentrado de óxido de uranio (U3O8), más conocido como yellow cake.

La recuperación in situ no utiliza ningún tipo de contaminante, no genera escombreras ni depósitos de desechos y asegura el estado inicial de las aguas subterráneas. En el caso del proyecto de la Meseta Central, el agua que se utilizará no es apta para consumo humano y solo es aplicable a usos industriales y a riego en forma limitada. Los acuíferos tampoco tienen conexión con la cuenca del Río Chubut. "Cuando se aplica el método y se lo entiende claramente, la gente se familiariza, y la preocupación ambiental pasa a ser una cuestión secundaria", sostuvo Adra, quien añadió que "incluso se puede caminar por encima de la mina donde se está produciendo".

El concentrado de uranio de color amarillo, conocido como yellow cake,
 es el insumo para la fabricación del combustible nuclear. Foto: AFP.
"Es la primera vez que el gobierno de Rusia hace un intercambio de tecnología en un área sensible como es la nuclear", destacó el titular de UrAmerica, quien acompañó en septiembre del año pasado al ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, durante su visita a Karatau (Kazajstán), donde Uranium One explota, junto con la estatal kazaja Kazatomprom, una mina de uranio con el método de recuperación in situ.

La principal dificultad que existe hoy en Chubut es la vigencia de la ley provincial que suspendió la actividad minera extractiva en el territorio provincial y el uso de cianuro en sus procesos de producción. La norma, conocida como Ley 5001, fue sancionada en abril de 2003, luego de una consulta no vinculante, en la que los ciudadanos de Esquel rechazaron la instalación de un proyecto operado por la empresa Meridian Gold en las cercanías de esa localidad.

En noviembre de 2014, la Legislatura chubutense dictó una nueva ley que suspendió durante 120 días el inicio de cualquier actividad minera metalífera y estableció para el futuro que cualquier aprovechamiento minero debería contar con la denominada "licencia social", para lo cual estableció el mecanismo de la "consulta popular vinculante, que abarcó la región o localidades afectadas por el proyecto de exploración".

 "Es la primera vez que el gobierno de Rusia hace un intercambio de tecnología en un área sensible como es la nuclear"


En los últimos años, hubo una serie de intentos frustrados por avanzar en la "zonificación minera" del territorio chubutense, una condición establecida por la Ley 5.001 que, a pesar de los 15 años transcurridos, nunca se implementó. Con la llegada de Mauricio Macri al Gobierno, el Ministerio de Energía y Minería hizo un guiño en este sentido. Entre los principales impulsores de esta política, se encuentra el subsecretario de Desarrollo Minero de la Nación, Mario Capello, que, en el pasado, desde su cargo de secretario del Colegio Argentino de Ingenieros en Minas (CADIM), había calificado la política antiminera de Chubut como "inconstitucional" y había pedido que se escuchara la opinión de los habitantes de la Meseta Central, una zona que en los últimos 30 años ha perdido cerca del 40 % de su población.

En mayo del año pasado, se desarrolló la Cumbre Ambiental promovida por el fallecido exgobernador Mario Das Neves, quien expresó en aquella oportunidad su rechazo a la explotación de uranio en Chubut. "No hay uranio para nadie; no lo vamos a explotar porque eso sí contamina y es peligroso", manifestó el entonces mandatario provincial. Posteriormente, Chubut se negó a firmar el Nuevo Acuerdo Federal Minero, por el cual el Estado Nacional y veinte provincias se comprometieron a unificar estándares, así como cuestiones impositivas y ambientales de la actividad. Aunque no ha variado su postura respecto de la asumida por Das Neves, su sucesor Mariano Arcioni, con apenas seis meses en el cargo, se ha mostrado abierto al debate y se ha comprometido a respetar la voluntad de los chubutenses y la decisión que adopten los legisladores respecto de la eventual zonificación minera del territorio.

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