Medio Oriente y el norte de África, donde viven unas 400 millones de personas, es una de las más golpeadas del mundo, precisamente por la sequía y el avance de la desertificación. Crédito: UNCCD.
Por Baher Kamal
ROMA, 14 jun 2017 (IPS) - La degradación de tierras, las sequías severas y el avance de la desertificación empujan fuera de sus hogares a vastos sectores de población. En Medio Oriente y el norte de África, esa opción obligada implica riesgos adicionales, como que caigan en manos de grupos extremistas.
Y no se trata de una conclusión apresurada. Esa región, donde viven unas 400 millones de personas, es una de las más golpeadas del mundo, precisamente por la sequía y el avance de la desertificación.
La situación es tal que varias investigaciones manejan la temible posibilidad de que en pocas décadas no se pueda vivir en Medio Oriente y el norte de África, incluso en tan poco tiempo como 2040.
La comunidad internacional conmemorará el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación, el día 17, bajo el lema “Nuestra tierra. Nuestro hogar. Nuestro futuro”, dedicado precisamente a analizar la relación importante entre la degradación de tierras y las migraciones.
¿De qué se trata la desertificación?
La desertificación es cuando la degradación del suelo genera áreas áridas, semiáridas y secas subhúmedas, principalmente a causa de actividades humanas y de las variaciones climáticas, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“La desertificación no se refiere a la expansión de los desiertos existentes. Ocurre porque los ecosistemas secos, que cubren más de una tercera parte las tierras, son extremadamente vulnerables a la sobreexplotación y a los usos inapropiados”, aclara.
“La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de irrigación pueden socavar la productividad del suelo”, agrega.
Más de 250 millones de personas se ven afectadas directamente por la desertificación, y alrededor de 1.000 millones más y en más de 100 países están en riesgo de correr la misma suerte, indica el foro mundial. “Entre esas personas están muchas de las más pobres del mundo, las más marginadas y con muy poco poder de decisión”, añade.
El Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación es un momento propicio para recordar que es posible alcanzar “la degradación neutral de la tierra mediante la resolución de problemas, la participación de comunidades fuertes y la cooperación en todos los niveles”, según la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (UNCCD).
“La degradación ambiental, la inestabilidad política, la inseguridad alimentaria y la pobreza plantean problemas de desarrollo y migraciones”, precisa.
De hecho, la secretaría de la UNCCD, con sede en Bonn, recuerda oportunamente que en tan solo 15 años, el número de migrantes en todo el mundo pasó de 173 millones, registrados en 2000, a 244 millones, en 2015.
Sequía, la gran incógnita
La sequía, un peligro natural complejo que avanza lentamente con consecuencias ambientales y socioeconómicas extendidas, causa más muertes y desplaza a más personas que cualquier otro desastre natural, observó la secretaría de la convención.
En 2025, 1.800 millones de personas experimentarán una absoluta escasez de agua, y las dos terceras partes del mundo vivirán bajo condiciones de estrés hídrico.
Mientras, los informes de la UNCCD pronostican que la demanda de agua podría aumentar 50 por ciento para 2050.
A medida que crecen las poblaciones, en especial en las áreas secas, cada vez más personas se vuelven dependientes de suministros de agua potable en tierras que se degradan. La escasez hídrica es uno de los grandes desafíos del siglo XXI.
“La sequía y la escasez de agua se consideran los desastres naturales de mayores consecuencias, pues ocasionan pérdidas económicas y ecológicas a corto y largo plazo, así como tienen un significativo impacto secundario y terciario”, añadió.
La disponibilidad de agua dulce es 10 veces menor
La disponibilidad de agua dulce por habitante en Medio Oriente y el norte de África es actualmente 10 veces menor que el promedio mundial, alertó la ONU. Y además, las temperaturas más elevadas podrían reducir las estaciones de crecimiento de los cultivos en 18 días y disminuir la producción agrícola en 27 por ciento, y hasta 55 por ciento para fines de siglo.
Y para peor, los recursos hídricos de esa región están entre los más bajos del mundo y se pronostica una reducción de 50 por ciento para 2050, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Además, 90 por ciento de la tierra en la región es árida, semiárida o seca subhúmeda, mientras que 45 por ciento de las tierras cultivables están expuestas a la salinidad, al agotamiento de los nutrientes del suelo y a la erosión del viento y el agua, precisó la FAO.
La UNCCD señala que para mitigar las consecuencias de esa situación, una preparación para la sequía que responda a las necesidades humanas, a la vez que preserva los ecosistemas y la calidad del ambiente, requiere de la participación de todos los actores, incluso de usuarios y proveedores de agua.
“Las acciones para mitigar los efectos de la sequía deben implementarse teniendo en cuenta los sistemas de monitoreo y alerta temprana de sequía, las evaluaciones de vulnerabilidad y riesgos, los usos del agua río arriba y río abajo, la relación entre el uso de la tierra y el agua, las estrategias de diversificación de los medios para ganarse la vida para las personas afectadas por este problema”, detalló.
“Al atender la degradación del suelo río arriba se mejora el acceso al agua en el lugar y río abajo”, ejemplificó.
La salud del suelo es fundamental para la búsqueda de soluciones sostenibles para la gestión y el suministro de recursos hídricos, recordó la secretaría de la convención.
“Es esencial que los países sean proactivos (más que reactivos), estén coordinados a escala regional (además de las acciones nacionales); tengan un enfoque holístico y multisectorial (más que en silos) y que traten a la sequía como un ‘riesgo constante’ (más que una crisis)”, detalló.
La conmemoración global del Día Mundial de Lucha contra la Sequía de este año se realizará este jueves 15 en Uagadugú, y la organización estará a cargo del Ministro de Ambiente, Economía Verde y Cambio Climático de Burkina Faso.
La Convención de la ONU para la Lucha contra la Desertificación
La UNCCD, creada en 1994, es el único acuerdo internacional vinculante que relaciona el ambiente y el desarrollo para una gestión sostenible de la tierra, y apunta específicamente a las áreas áridas, semiáridas y secas subhúmedas
Sus 195 Estados partes trabajan juntos para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones de tierras áridas a fin de mantener y restablecer la productividad del suelo y mitigar los efectos de la sequía.
La UNCCD está particularmente comprometida con un enfoque ascendente, alentando la participación de las personas en la lucha contra la desertificación y la degradación del suelo. La secretaría facilita la cooperación entre los países ricos y en desarrollo, particularmente en lo que se refiere al conocimiento y a la transferencia de tecnología para una gestión sostenible del suelo.
Como las dinámicas de la tierra, el clima y la biodiversidad están íntimamente vinculadas, la UNCCD colabora estrechamente con otras dos convenciones de Río: el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático para hacer frente a estos desafíos complejos con un enfoque integrado y el mejor uso posible de los recursos naturales.
Fuente: IPS
Traducido por Verónica Firme
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