Es la de Ramos Mejía
Estará a 21 metros de la superficie y la terminarían en 30 meses. Redujeron un carril de Rivadavia y de Ricchieri.
Estará a 21 metros de la superficie y la terminarían en 30 meses. Redujeron un carril de Rivadavia y de Ricchieri.
Los alrededores de la estación Ramos Mejía, con restricciones al tránsito por las obras. |
Por Pedro Gianello para Clarín
Paciencia. Esa es la virtud que deberán invocar pasajeros, comerciantes y vecinos que se mueven alrededor de las diferentes estaciones del ferrocarril Sarmiento por las obras del soterramiento. Ahora llegó el turno de Ramos Mejía (La Matanza), donde ya arrancó la obra para construir a 21 metros de la superficie la primera estación subterránea de tren, ubicada exactamente debajo de donde están los actuales andenes. Esto naturalmente trae complicaciones al tránsito: ya se redujo un carril de Rivadavia, la Comuna prohibió el estacionamiento del lado izquierdo en esa avenida para evitar un embudo y pronto instalarán el obrador en Scalabrini de Ortiz (también llamada Gaona) y Ricchieri, del lado Norte.
Tan esperada como anunciada, la obra del soterramiento del Sarmiento se muestra por primera vez en la superficie de Ramos Mejía: la prueba es el cierre de poco más de un carril de Rivadavia, a la altura del cruce con Bolívar, del lado Sur. “Se arrancó con tareas preliminares. Ya comenzó a deprimirse la napa y se realizaron pozos para “cateos” y así relevar posibles interferencias”, explicaron en la secretaría de Obras Públicas del ministerio de Transporte de la Nación.
Se trata de parte de la obra del soterramiento de 16,67 kilómetros de largo, que correrá 21 metros bajo tierra y unirá las estaciones de Haedo y Caballito.
Según el modelo de estaciones del Gobierno, en Ramos Mejía habrá que descender unos cuatro pisos para acceder a las boleterías, y después un piso más hasta los dos andenes. Es un esquema similar al de las últimas estaciones de subte inauguradas en Buenos Aires.
Más allá del proyecto bajo tierra, en la superficie buscan mitigar el impacto de la obra, que durará más de dos años en Ramos Mejía.
Aunque hoy el tránsito aún no siente el arranque de los trabajos, hay dos factores que preocupan. A corto plazo, en poco más de una semana, será el inicio de clases y se espera un “embudo” inevitable en las cercaanias de las escuelas, porque hay automovilistas que estacionan del lado izquierdo en Rivadavia. “Si no los controlan, se achicará más y vamos a tener grandes demoras”, se adelanta Julián, un remisero del área central de Ramos. La Comuna prohibió el estacionamiento de ese lado –que estaba habilitado– pero en una recorrida de Clarín se observaron vehículos detenidos.
A largo plazo, la cuestión será la cantidad de tiempo que demandará la obra. “La estación completa se estima que quedará ejecutada en 30 meses”, precisaron en el Ministerio de Transporte.
La obra también impactará en el lado Norte. Por un lado, en pocos días la Comuna habilitará al Ministerio a ubicar el obrador en Scalabrini Ortiz (ex Gaona), a la altura de Ricchieri. Se cortará el tránsito de esa calle, que es utilizada para ir hacia Ardoino y el paso a nivel de Monteagudo. “En estas manzanas hay muchos colegios y un tránsito infernal, aunque Scalabrini parezca que no es muy transitada”, afirma Cacho, un comerciante de Scalabrini al 2500, un tramo casi exclusivo de comercios y oficinas.
También se reducirá a sólo un carril Ricchieri, la calle de salida de múltiples líneas de colectivos que pasan por la estación de Ramos y van hacia la avenida Gaona. “Si va a quedar una sola mano para que pasen los colectivos, tendrán que controlar que no sea un caos porque entre los colegios de esta zona los padres siempre estacionan en doble fila y bloquearían la calle”, especulan los comerciantes.
El cierre de una mano de Ricchieri tiene una razón: por esa vía saldrán camiones que sacarán la tierra de la nueva estación. “La cantidad de cargas va a variar según el ritmo de la obra. En principio está previsto que lo que se extraiga se deposite en la CEAMSE, por el Acceso Oeste”, afirmaron en Nación. También irán a las tosqueras de González Catán. Mientras que fuentes de la obra calcularon en unos 40 por día y que por ahora trabajarán en turnos de día, habrá que acostumbrarse a los inconvenientes por más de dos años.
Paciencia. Esa es la virtud que deberán invocar pasajeros, comerciantes y vecinos que se mueven alrededor de las diferentes estaciones del ferrocarril Sarmiento por las obras del soterramiento. Ahora llegó el turno de Ramos Mejía (La Matanza), donde ya arrancó la obra para construir a 21 metros de la superficie la primera estación subterránea de tren, ubicada exactamente debajo de donde están los actuales andenes. Esto naturalmente trae complicaciones al tránsito: ya se redujo un carril de Rivadavia, la Comuna prohibió el estacionamiento del lado izquierdo en esa avenida para evitar un embudo y pronto instalarán el obrador en Scalabrini de Ortiz (también llamada Gaona) y Ricchieri, del lado Norte.
Tan esperada como anunciada, la obra del soterramiento del Sarmiento se muestra por primera vez en la superficie de Ramos Mejía: la prueba es el cierre de poco más de un carril de Rivadavia, a la altura del cruce con Bolívar, del lado Sur. “Se arrancó con tareas preliminares. Ya comenzó a deprimirse la napa y se realizaron pozos para “cateos” y así relevar posibles interferencias”, explicaron en la secretaría de Obras Públicas del ministerio de Transporte de la Nación.
Los alrededores de estación Ramos Mejía, con restricciones al tránsito por las obras. |
Según el modelo de estaciones del Gobierno, en Ramos Mejía habrá que descender unos cuatro pisos para acceder a las boleterías, y después un piso más hasta los dos andenes. Es un esquema similar al de las últimas estaciones de subte inauguradas en Buenos Aires.
Más allá del proyecto bajo tierra, en la superficie buscan mitigar el impacto de la obra, que durará más de dos años en Ramos Mejía.
Aunque hoy el tránsito aún no siente el arranque de los trabajos, hay dos factores que preocupan. A corto plazo, en poco más de una semana, será el inicio de clases y se espera un “embudo” inevitable en las cercaanias de las escuelas, porque hay automovilistas que estacionan del lado izquierdo en Rivadavia. “Si no los controlan, se achicará más y vamos a tener grandes demoras”, se adelanta Julián, un remisero del área central de Ramos. La Comuna prohibió el estacionamiento de ese lado –que estaba habilitado– pero en una recorrida de Clarín se observaron vehículos detenidos.
A largo plazo, la cuestión será la cantidad de tiempo que demandará la obra. “La estación completa se estima que quedará ejecutada en 30 meses”, precisaron en el Ministerio de Transporte.
La obra también impactará en el lado Norte. Por un lado, en pocos días la Comuna habilitará al Ministerio a ubicar el obrador en Scalabrini Ortiz (ex Gaona), a la altura de Ricchieri. Se cortará el tránsito de esa calle, que es utilizada para ir hacia Ardoino y el paso a nivel de Monteagudo. “En estas manzanas hay muchos colegios y un tránsito infernal, aunque Scalabrini parezca que no es muy transitada”, afirma Cacho, un comerciante de Scalabrini al 2500, un tramo casi exclusivo de comercios y oficinas.
También se reducirá a sólo un carril Ricchieri, la calle de salida de múltiples líneas de colectivos que pasan por la estación de Ramos y van hacia la avenida Gaona. “Si va a quedar una sola mano para que pasen los colectivos, tendrán que controlar que no sea un caos porque entre los colegios de esta zona los padres siempre estacionan en doble fila y bloquearían la calle”, especulan los comerciantes.
El cierre de una mano de Ricchieri tiene una razón: por esa vía saldrán camiones que sacarán la tierra de la nueva estación. “La cantidad de cargas va a variar según el ritmo de la obra. En principio está previsto que lo que se extraiga se deposite en la CEAMSE, por el Acceso Oeste”, afirmaron en Nación. También irán a las tosqueras de González Catán. Mientras que fuentes de la obra calcularon en unos 40 por día y que por ahora trabajarán en turnos de día, habrá que acostumbrarse a los inconvenientes por más de dos años.
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