Perpectivas
Por: Gustavo E. Andres Saralegui - Infodefensa
Buenos Aires
Al cabo de un año de gestión en la Administración Nacional, la alianza Cambiemos
ha delineado en el área del Ministerio de Defensa algunos
programas relacionados con Adquisiciones.
Sin embargo, parecería existir una falta de claridad en el eje Gobierno
Nacional, Ministerio y Fuerzas Armadas respecto
a cuál es el destino al que debe arribar el sector Defensa en la Argentina.
Al respecto podría recordarse que los pasos del pensamiento humano son
aproximadamente así, primeramente, se enuncia (1) el problema, seguido de un
planteo (2) que no es otra cosa que recodificar el mismo para hacerlo más
tratable, el tercer paso es ir despejando las incógnitas y crear la solución,
esto genera una probable respuesta (4), la cual debe ser evaluada con una
prueba (5). El razonamiento estratégico al cual nos debería tener acostumbrado
el nivel político, tendría que recorrer el camino anteriormente descripto y en
función de la escala de intereses valorizados y jerarquizados, posibilitar el
diseño de una política de Defensa, que permita elegir las misiones reales no
retóricas, para las FFAA, a fin de saber qué hacer y someramente como hacerlas.
Sin misiones las fuerzas armadas no pueden planear y por consiguiente
prepararse.
Actualmente, las noticias preanuncian en función de los presupuestos
plurianuales, adquisiciones que si bien a nivel mundial, son insignificantes,
incluso poco importantes comparando con países como Chile, Brasil y Colombia,
para Argentina son muy significativas. Algunas muestran poca claridad y
sostenidas en razonamientos con un débil background knowledge and
levelheaded.
En correspondencia a lo tratado, hay una realidad muy palpable que afecta a
la Fuerza Aérea Argentina. Faltaría poco tiempo, para que la misma deje de
tener una verdadera razón para existir, al carecer no solo de aviones y
sistemas de armas, sino de pilotos militares que justifiquen su rol. En
realidad, carece de capacidades para denegar y supervisar el espacio aéreo. Por
lo tanto, no puede estructurarse como fuerza ni proyectar misiones.
Cuál son sus misiones actuales, pocos lo saben, pero debería poder
plantearse en términos muy parecidos a cualquier Nación de occidente inserta en
un mundo con amenazas crecientes, de tipo convencional o de asimetría de
fuerzas.
Estos cometidos similares al resto de los países medios, son esencialmente:
defensa y control del espacio aéreo, apoyo a las unidades militares de tierra[I], transporte
estratégico o táctico, búsqueda y rescate aéreo, alerta temprana y control
aerotransportado. Quizás convendría empezar a reconsiderar otros comandos como
el mando y control del tráfico aéreo, defensa aérea, artillería antiaérea y
misiles superficie-aire.
Actualmente las fuerzas aéreas preparan pilotos de combate para aviones de,
interdicción y ataque a tierra (1), helicópteros (2) y aviones de transporte
(3). El desarrollo tecnológico logrado al presente, establece que los cazas
son, la plataforma multirol que porta los distintos sistemas de armas para
llevar a cabo misiones de combate aéreo y ataque al suelo.
Por tanto, no resulta muy difícil proyectar que el avión que cumpla esos
roles será una elección al menos para los próximos 25 a 30 años. Deberá
sopesarse muy bien la elección, dado que la misma constituirá la columna
vertebral de la performance de la fuerza. El origen de la tecnología
seleccionada, occidental, ruso o china, posiblemente marcara a fuego el
desempeño del personal que incluye tripulación aérea y personal militar y civil
de mantenimiento.
Desde mediados de los 80’ Argentina ha decidido hacer frente a los
requerimientos de equipamiento del área Defensa, a partir de un razonamiento
basado en la premisa “si nuevo es caro para nuestro presupuesto, busquemos de
segunda mano”. Sin embargo, esta premisa tiene algunas salvedades. Una de ellas
es que las adquisiciones bélicas sirven para dotar a una fuerza militar del
complemento imprescindible para el entrenamiento y el adiestramiento en
operaciones, con la finalidad de neutralizar una amenaza, y no para competir
deportivamente para alcanzar un galardón. En los conflictos bélicos ser segundo
no es una opción válida, porque significa perder el objetivo estratégico o
táctico.
Los equipos militares son, en términos de teoría económica, bienes durables,
ya que pueden ser usados en más de una oportunidad. Por otro lado, su uso tiene
una estrecha relación con el mantenimiento, en otras palabras, existe con su
utilización al igual que toda maquinaria, un desgaste permanente de sus
componentes. Pero además, por su duración en el tiempo, se ven afectados por
los cambios tecnológicos, generados por la ciencia y la investigación
industrial, que vuelven obsoletos a las plataformas y sistemas de armas al cabo
de un período de vida.
Su uso a lo largo de los años depende de la probabilidad que no tenga fallas
(break-down), determinando la confiabilidad o fiabilidad del sistema.
Otro factor de suma consideración es la disponibilidad del equipo, o sea la
relación entre el tiempo que efectivamente es operable (tiempo en
funcionamiento menos el tiempo inactivo por fallas) en relación al tiempo total
programado.
En definitiva, la cuestión básica es que todo equipo militar, desde el
momento que se entrega, se ve influenciado por el desgaste con su uso y la
obsolescencia frente a la evolución de la tecnología.
La elección de este avión debe estar complementado por un entrenador
avanzado que permita a los pilotos completar un entrenamiento, al menos de un
año, hasta alcanzar el nivel de horas de vuelo que les permita tripular un
caza. A su vez el entrenador básico debería permitir por dos años al alférez
egresado de la Escuela de Aviación Militar, alcanzar las destrezas básicas para
comenzar su carrera de piloto militar.
Por lo tanto, resulta esencial dotar a la FAA de la cantidad de entrenadores
básicos y avanzados, para lograr obtener la cantidad de pilotos en preparación,
que den por resultado final el número de tripulaciones necesarias para el
futuro caza de combate argentino.
Un párrafo aparte merece el uso de simuladores de vuelo en el entrenamiento
de los pilotos militares, ya sea con:
I)- La familiarización de los pilotos principiantes con la aeronave, su
manejo, navegación y misiones básicas de combate. La selección y capacitación
de los candidatos a pilotos. Entrenamiento de vuelo avanzado, entrenamiento de
evaluación de la aplicación de las misiones aéreas específicas, y capacitación.
Para este punto debería cada piloto al término de la etapa entrenamiento básico
y avanzado haber alcanzado al menos 100 horas de simulación;
II)- Simuladores de las unidades de la Fuerza Aérea, donde el énfasis
principal es mejorar las habilidades de manejo asociado con técnicas de combate
aéreo.
El panorama actual demuestra que el objetivo es atacar varios problemas con
pocas herramientas en consecuencia el antiguo proverbio If you run after
two hares you will catch neither[II] probablemente
se cumpla. Las unidades actuales en uso y por adquirirse pueden llevar a cabo
misiones COIN (Counter Insurgency), CAS (Close Air Support),
reconocimiento aéreo en ambientes con bajo nivel de amenazas y por sobretodo
entrenamiento básico. Esto no significa que con algo más de dos docenas de
aparatos, el entrenamiento de los pilotos militares este resuelto, así como el
control aéreo del combate al narcotráfico. La probable compra de 12 unidades Beechcraft
AT-6B no representa el número adecuado, como tampoco es apropiado que
la preparación de los pilotos de la FAA, esté supeditado al alquiler de aviones
tal cual los Grob G 120 TP a su actual propietario
FAdeA, o los Tecnam P 2002JF Sierra a una
empresa privada. La lógica indica que ninguna empresa estaría dispuesta a
alquilar una aerronave a tarifa plana, (única condición rentable para la FAA,
de lo contrario, la mejor opción es adquirir), con progresión creciente en la
utilización de las horas de uso y mantenimiento a cargo del propietario.
La flota actual no vislumbra un buen desempeño ya que no permitiría
incrementar en forma conveniente el número de pilotos en prácticas, ni aumentar
el número de horas en el programa básico de entrenamiento, esencial para
mejorar la base de la futura selección, de la mediocridad nunca se obtendrá la
excelencia. Tampoco se podría aumentar el número de horas de vuelo en solitario
de los pilotos, para lograr al menos 12 incursiones por piloto durante el
curso.
El avión que se utilice como entrenador avanzado deberá incorporar al menos
una aviónica de última generación, con un sistema de navegación avanzado,
navegación inercial con GPS, sistema identificador IFF (identification friend
or foe ) y radio altímetro. También poseer capacidad de transportar misiles
aire-aire y cohetes aire-tierra.
La conducción política del ministerio, tiene la posibilidad de devolver a la
fuerza aérea al lugar que fue perdiendo paulatinamente desde más de 30 años.
Para esto debería primeramente entender que se necesita una directiva
estratégica nacional para el diseño de una política de defensa, la cual
permitirá llevar adelante un plan de defensa, (directiva de estrategia
militar). Sin esto no existen misiones asignables al poder aéreo y por ende no
se puede discernir cuales son las capacidades necesarias.
No escapa al buen tino de un analista serio, que la columna vertebral del
sistema de control y defensa del espacio aéreo argentino, no pueden ser
plataformas de 3ª y 4ª generación con más de 25 años de servicio y superando
las 5.000 horas de vuelo. Tampoco cazas de 4+ o 4.5 con un radio de acción
inferior a 770 km, lo cual descarta a varios que han sido mencionados por
especialistas en defensa que se asemejan más a “encantadores de serpientes que
a un fiel consejero del rey”. El Ministerio de Defensa no debería desechar las
amenazas convencionales existentes en el propio territorio argentino. Debe
estimar que dotar con al menos con una docena de los aviones apropiados, supone
un gasto contemplando LCC (Life Cycle Cost) no inferior a 1.500
millones de dólares. Por ahí pasa el meollo de la cuestión a pesar de la
impaciencia de los brigadieres. Por tanto, poco sentido tiene hacer economía en
un entrenador básico como el Texan II, con un costo de alrededor de cinco
millones de dólares.
Sin embargo, el gran desafío para Argentina es resolver en el corto plazo la
incógnita de si nuestros aliados de occidente, están dispuestos a brindar
cooperación militar en cuanto a adquisiciones de última generación, por encima
de la desconfianza y el actual veto del Reino Unido a que el país pueda tener
nuevamente capacidad de combate al nivel de infringirle daño.
[I] Salvo en USA donde
el USMC (cuerpo de Infantería de Marina) posee sus propios aviones, en el resto
de los países es la fuerza aérea quien brinda el apoyo aéreo.
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