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lunes, 12 de diciembre de 2016

FAA: Argentina, nada es cristalino

Perpectivas
Por: Gustavo E. Andres Saralegui - Infodefensa
Buenos Aires

Al cabo de un año de gestión en la Administración Nacional, la alianza Cambiemos ha delineado en el área del Ministerio de Defensa algunos programas relacionados con Adquisiciones.

Sin embargo, parecería existir una falta de claridad en el eje Gobierno Nacional, Ministerio y Fuerzas Armadas respecto a cuál es el destino al que debe arribar el sector Defensa en la Argentina.

Al respecto podría recordarse que los pasos del pensamiento humano son aproximadamente así, primeramente, se enuncia (1) el problema, seguido de un planteo (2) que no es otra cosa que recodificar el mismo para hacerlo más tratable, el tercer paso es ir despejando las incógnitas y crear la solución, esto genera una probable respuesta (4), la cual debe ser evaluada con una prueba (5). El razonamiento estratégico al cual nos debería tener acostumbrado el nivel político, tendría que recorrer el camino anteriormente descripto y en función de la escala de intereses valorizados y jerarquizados, posibilitar el diseño de una política de Defensa, que permita elegir las misiones reales no retóricas, para las FFAA, a fin de saber qué hacer y someramente como hacerlas. Sin misiones las fuerzas armadas no pueden planear y por consiguiente prepararse.
  
Actualmente, las noticias preanuncian en función de los presupuestos plurianuales, adquisiciones que si bien a nivel mundial, son insignificantes, incluso poco importantes comparando con países como Chile, Brasil y Colombia, para Argentina son muy significativas. Algunas muestran poca claridad y sostenidas en razonamientos con un débil background knowledge and levelheaded.

En correspondencia a lo tratado, hay una realidad muy palpable que afecta a la Fuerza Aérea Argentina. Faltaría poco tiempo, para que la misma deje de tener una verdadera razón para existir, al carecer no solo de aviones y sistemas de armas, sino de pilotos militares que justifiquen su rol. En realidad, carece de capacidades para denegar y supervisar el espacio aéreo. Por lo tanto, no puede estructurarse como fuerza ni proyectar misiones.

Cuál son sus misiones actuales, pocos lo saben, pero debería poder plantearse en términos muy parecidos a cualquier Nación de occidente inserta en un mundo con amenazas crecientes, de tipo convencional o de asimetría de fuerzas.

Estos cometidos similares al resto de los países medios, son esencialmente: defensa y control del espacio aéreo, apoyo a las unidades militares de tierra[I], transporte estratégico o táctico, búsqueda y rescate aéreo, alerta temprana y control aerotransportado. Quizás convendría empezar a reconsiderar otros comandos como el mando y control del tráfico aéreo, defensa aérea, artillería antiaérea y misiles superficie-aire.

Actualmente las fuerzas aéreas preparan pilotos de combate para aviones de, interdicción y ataque a tierra (1), helicópteros (2) y aviones de transporte (3). El desarrollo tecnológico logrado al presente, establece que los cazas son, la plataforma multirol que porta los distintos sistemas de armas para llevar a cabo misiones de combate aéreo y ataque al suelo.

Por tanto, no resulta muy difícil proyectar que el avión que cumpla esos roles será una elección al menos para los próximos 25 a 30 años. Deberá sopesarse muy bien la elección, dado que la misma constituirá la columna vertebral de la performance de la fuerza. El origen de la tecnología seleccionada, occidental, ruso o china, posiblemente marcara a fuego el desempeño del personal que incluye tripulación aérea y personal militar y civil de mantenimiento.

Desde mediados de los 80’ Argentina ha decidido hacer frente a los requerimientos de equipamiento del área Defensa, a partir de un razonamiento basado en la premisa “si nuevo es caro para nuestro presupuesto, busquemos de segunda mano”. Sin embargo, esta premisa tiene algunas salvedades. Una de ellas es que las adquisiciones bélicas sirven para dotar a una fuerza militar del complemento imprescindible para el entrenamiento y el adiestramiento en operaciones, con la finalidad de neutralizar una amenaza, y no para competir deportivamente para alcanzar un galardón. En los conflictos bélicos ser segundo no es una opción válida, porque significa perder el objetivo estratégico o táctico.

Los equipos militares son, en términos de teoría económica, bienes durables, ya que pueden ser usados en más de una oportunidad. Por otro lado, su uso tiene una estrecha relación con el mantenimiento, en otras palabras, existe con su utilización al igual que toda maquinaria, un desgaste permanente de sus componentes. Pero además, por su duración en el tiempo, se ven afectados por los cambios tecnológicos, generados por la ciencia y la investigación industrial, que vuelven obsoletos a las plataformas y sistemas de armas al cabo de un período de vida.

Su uso a lo largo de los años depende de la probabilidad que no tenga fallas (break-down), determinando la confiabilidad o fiabilidad del sistema. Otro factor de suma consideración es la disponibilidad del equipo, o sea la relación entre el tiempo que efectivamente es operable (tiempo en funcionamiento menos el tiempo inactivo por fallas) en relación al tiempo total programado.

En definitiva, la cuestión básica es que todo equipo militar, desde el momento que se entrega, se ve influenciado por el desgaste con su uso y la obsolescencia frente a la evolución de la tecnología.

La elección de este avión debe estar complementado por un entrenador avanzado que permita a los pilotos completar un entrenamiento, al menos de un año, hasta alcanzar el nivel de horas de vuelo que les permita tripular un caza. A su vez el entrenador básico debería permitir por dos años al alférez egresado de la Escuela de Aviación Militar, alcanzar las destrezas básicas para comenzar su carrera de piloto militar.

Por lo tanto, resulta esencial dotar a la FAA de la cantidad de entrenadores básicos y avanzados, para lograr obtener la cantidad de pilotos en preparación, que den por resultado final el número de tripulaciones necesarias para el futuro caza de combate argentino.

Un párrafo aparte merece el uso de simuladores de vuelo en el entrenamiento de los pilotos militares, ya sea con:

I)- La familiarización de los pilotos principiantes con la aeronave, su manejo, navegación y misiones básicas de combate. La selección y capacitación de los candidatos a pilotos. Entrenamiento de vuelo avanzado, entrenamiento de evaluación de la aplicación de las misiones aéreas específicas, y capacitación. Para este punto debería cada piloto al término de la etapa entrenamiento básico y avanzado haber alcanzado al menos 100 horas de simulación;
II)- Simuladores de las unidades de la Fuerza Aérea, donde el énfasis principal es mejorar las habilidades de manejo asociado con técnicas de combate aéreo.

El panorama actual demuestra que el objetivo es atacar varios problemas con pocas herramientas en consecuencia el antiguo proverbio If you run after two hares you will catch neither[II] probablemente se cumpla. Las unidades actuales en uso y por adquirirse pueden llevar a cabo misiones COIN (Counter Insurgency), CAS (Close Air Support), reconocimiento aéreo en ambientes con bajo nivel de amenazas y por sobretodo entrenamiento básico. Esto no significa que con algo más de dos docenas de aparatos, el entrenamiento de los pilotos militares este resuelto, así como el control aéreo del combate al narcotráfico. La probable compra de 12 unidades Beechcraft AT-6B no representa el número adecuado, como tampoco es apropiado que la preparación de los pilotos de la FAA, esté supeditado al alquiler de aviones tal cual los Grob G 120 TP a su actual propietario FAdeA, o los Tecnam P 2002JF Sierra a una empresa privada. La lógica indica que ninguna empresa estaría dispuesta a alquilar una aerronave a tarifa plana, (única condición rentable para la FAA, de lo contrario, la mejor opción es adquirir), con progresión creciente en la utilización de las horas de uso y mantenimiento a cargo del propietario.

La flota actual no vislumbra un buen desempeño ya que no permitiría incrementar en forma conveniente el número de pilotos en prácticas, ni aumentar el número de horas en el programa básico de entrenamiento, esencial para mejorar la base de la futura selección, de la mediocridad nunca se obtendrá la excelencia. Tampoco se podría aumentar el número de horas de vuelo en solitario de los pilotos, para lograr al menos 12 incursiones por piloto durante el curso.

El avión que se utilice como entrenador avanzado deberá incorporar al menos una aviónica de última generación, con un sistema de navegación avanzado, navegación inercial con GPS, sistema identificador IFF (identification friend or foe ) y radio altímetro. También poseer capacidad de transportar misiles aire-aire y cohetes aire-tierra. 

La conducción política del ministerio, tiene la posibilidad de devolver a la fuerza aérea al lugar que fue perdiendo paulatinamente desde más de 30 años. Para esto debería primeramente entender que se necesita una directiva estratégica nacional para el diseño de una política de defensa, la cual permitirá llevar adelante un plan de defensa, (directiva de estrategia militar). Sin esto no existen misiones asignables al poder aéreo y por ende no se puede discernir cuales son las capacidades necesarias.

No escapa al buen tino de un analista serio, que la columna vertebral del sistema de control y defensa del espacio aéreo argentino, no pueden ser plataformas de 3ª y 4ª generación con más de 25 años de servicio y superando las 5.000 horas de vuelo. Tampoco cazas de 4+ o 4.5 con un radio de acción inferior a 770 km, lo cual descarta a varios que han sido mencionados por especialistas en defensa que se asemejan más a “encantadores de serpientes que a un fiel consejero del rey”. El Ministerio de Defensa no debería desechar las amenazas convencionales existentes en el propio territorio argentino. Debe estimar que dotar con al menos con una docena de los aviones apropiados, supone un gasto contemplando LCC (Life Cycle Cost) no inferior a 1.500 millones de dólares. Por ahí pasa el meollo de la cuestión a pesar de la impaciencia de los brigadieres. Por tanto, poco sentido tiene hacer economía en un entrenador básico como el Texan II, con un costo de alrededor de cinco millones de dólares.

Sin embargo, el gran desafío para Argentina es resolver en el corto plazo la incógnita de si nuestros aliados de occidente, están dispuestos a brindar cooperación militar en cuanto a adquisiciones de última generación, por encima de la desconfianza y el actual veto del Reino Unido a que el país pueda tener nuevamente capacidad de combate al nivel de infringirle daño.
 

[I] Salvo en USA donde el USMC (cuerpo de Infantería de Marina) posee sus propios aviones, en el resto de los países es la fuerza aérea quien brinda el apoyo aéreo.

[II] Erasmus de Rotterdam, Adagium, Collection of Greek and Latin proverbs, 1517

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