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martes, 29 de noviembre de 2016

La prueba del polígrafo para los “espías” argentinos

Por Luis Piñeiro

El Gobierno de Mauricio Macri no ha podido controlar aún  ese “monstruo”, que lleva décadas operando con una autarquía total y fondos dinerarios casi inagotables, que es la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), la antigua y temida SIDE. Ahora se comenzó a utilizar “la máquina de la verdad” de forma regular y obligatoria para sus integrantes, el polígrafo posee, según los especialistas, un altísimo nivel de efectividad, cercano al noventa por ciento. Las autoridades  al frente decidieron la obligatoriedad de pasar esta prueba  monitorizada de interrogatorio, al menos una vez por año, a sus 1.700 integrantes. Sabido es que este organismo fue utilizado por la anterior administración argentina para la vigilancia y seguimiento de opositores  políticos, periodistas y todo aquel que osara estar en la vereda de enfrente de sus intereses.

Asimismo, gracias a las normativas secretas que avalan su accionar, la Agencia se convirtió en una fuente inagotable de provisión de dinero, sin control o supervisión alguna, haciendo millonarios de la noche a la mañana a numerosos funcionarios.  Gobierno tras gobierno la situación fue empeorando, en muchos casos por la interesada acción de los políticos de turno, lo que también provocó la creación de microorganismos de inteligencia operativa, que han trabajado para el mejor postor aprovechando su increíble inserción en todos los estamentos de la sociedad, la posesión de tecnología superior para el espionaje y la disposición de fondos sin límite ni control.

Pese a los esfuerzos denodados por controlar la situación por parte de la nueva administración macrista, el grado de sospecha sobre el personal es enorme y se torna incontrolable por momentos. Muchas voces se han alzado pidiendo la disolución lisa y llana del organismo de inteligencia,  que se considera virtualmente irrecuperable. La buscada profesionalización de la AFI pretende conseguir sangre nueva, a un ritmo de cincuenta agentes por año, todos universitarios y jóvenes, que deberían suplantar a los “espías del frío”.

El polígrafo, sistema usado por las principales agencias de inteligencia del planeta, verifica los factores básicos del organismo, como la presión sanguínea, la humedad de la piel, el  pulso y la respiración para detectar la mentira, cuando una persona miente se desarrollan una serie de manifestaciones, como el incremento de la presión arterial, la frecuencia cardiaca se eleva fuertemente, crece la conectividad eléctrica de la piel, debido a la mayor transpiración y las pupilas se dilatan, registrando los sensores la reacción de estrés agudo frente a la necesidad de ocultar la verdad en  un proceso interrogatorio.

La utilización de estos elementos tecnológicos aceleraría la partida de muchos agentes, la lógica indica que no son pocos los que al no poder  superar un test de este tipo se jubilarían rápidamente, aprovechando los beneficios de un proceso de retiro muy conveniente, el cual por Ley se contempla para este tipo especial de actividad. Es la apuesta de la nueva conducción del organismo, que los agentes se retiren en silencio a disfrutar de una buena jubilación, siendo todavía muy jóvenes, antes de arriesgarlo todo en un interrogatorio del que podrían salir muy mal parados.

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