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miércoles, 10 de agosto de 2016

Otro capitulo en la novela del cazabombardero argentino


Federico Luna  - Zona Militar

Luego de la solicitud formal del Ministerio de Defensa para el análisis de los KAI FA-50 y Aermacchi M-346 presentada a finales del mes de Junio. Sendas comisiones viajan a Corea del Sur e Italia para analizar in situ las aeronaves propuestas como el nuevo cazabombardero para la Fuerza Aerea Argentina, durante los primeros días de Septiembre.



Estos aparatos, T-50 “Golden Eagle” en su variante FA-50 y el M-346, tendrían la responsabilidad de asumir las funciones de poder aereo a partir de la salida de servicio del sistema de armas Mirage, con 40 años de operaciones en la FAA junto a la casi inmediata baja de los cazabombarderos subsonicos A-4Ar “Fightinghawk”, al final de su vida útil.


Si bien existieron propuestas de parte de Israel para proveer del soporte necesario para operar los mismos hasta el año 2022 inclusive, las mismas fueron rechazadas en nuestro pais. Los A-4Ar tienen severos problemas estructurales y logísticos, sumados a la crisis presupuestaria y las normalización financiera de la cual la FAA aun se encuentra implementando. A partir del cambio de gobierno y la recomposición de vínculos financieros con Estados Unidos y Europa, nuevas ofertas se han presentado con respaldo gubernamental en la mayoría de los casos como para solucionar rápidamente la falencia de un vector supersónico.


Aparte de las preexistentes consultas y propuestas por el F-16, Mirage F-1CR e IAI Kfir C10, las propuestas que han sobresalido son las de los aparatos coreano e italiano. Inclusive vale destacar a “terceras partes interesadas” con un surplus de aeronaves MIG-29 ex Fuerza Aerea Bielorrusa, los cuales ya han sido descartados oportunamente.

Ambas aeronaves derivadas de aparatos de entrenamiento avanzado, de las cuales solo el FA-50 tiene capacidad supersónica, cuentan con una muy flexible financiación y atractivas propuestas de soporte como de plazos de entrega. Las mismas representan un salto importantísimo a nivel integral para la Fuerza Aérea, tanto en la exigencia de la capacitación de su personal, la estructura de soporte, como lo moderno de sus estructuras y sensores a comparación con los aparatos que debe reemplazar, diseñados y producidos con tecnologías de hace medio siglo atrás.

Esto que evidentemente es un beneficio, también para los detractores de esta operación resulta el obstáculo mas importante, considerando que si bien el hecho del avance formal en los procesos de requerimiento y contacto, la FAA cuenta con fuertes restricciones presupuestarias que se profundizarían mas aun el próximo año 2017 con un recorte aproximadamente de 1000 millones de pesos sobre el presupuesto del año corriente.

Un fuerte argumento contra quienes hoy exigen aeronaves de mayores prestaciones y mayores costos operativos o necesarias reformas de la Fuerza, por ejemplo, la critica mas grande contra el Lockheed Martin F-16. Este análisis dejaría aun en carrera a los Mirage F-1CR y Kfir C10, los cuales podrían ser inducidos a servicio en la Argentina a un costo mucho menor contemplando comparativamente la necesaria adecuación en herramental, infraestructura y personal técnico pero sin realmente ser elementos superadores y trasladando un ya sobreexigido y agotado sistema de defensa, a un gasto que deberá realizar para reemplazarlos en el mediano plazo.



Por lo pronto solo queda esperar que esto no sea solo otra puesta en escena y demandar de los funcionarios militares y políticos, la decisión sobre un proceso renovador y que devuelva a la argentina su capacidad de poder aéreo, que viene padeciendo desde hace casi 4 décadas.

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