© Foto: Lockheed Martin
En un conflicto hipotético entre Estados Unidos y uno de sus adversarios principales, Rusia o China, Washington tendría que 'dispersar' sus fuerzas aéreas para sacar ventaja en el combate, opina Dave Majumdar en su artículo para The National Interest.
En caso de una guerra con Rusia o China, los aviones norteamericanos —los cazas de quinta generación F-22 y F-35— lucharían bajo el fuego enemigo de misiles balísticos y de crucero. También estarían expuestos a ataques aéreos de armas de largo alcance.
Esto quiere decir que la gestión militar estadounidense tendría que prestar mucha atención a la dispersión de sus fuerzas y logística, además de hacer todo lo posible para asegurar sus activos, como los aviones cisterna y aeronaves de inteligencia y reconocimiento, destaca el autor.
El concepto de los aviones que operan desde aeródromos sometidos al fuego enemigo no es nada nuevo, enfatiza Majumdar. Esta idea se remonta a la época de la Guerra Fría, cuando los países de la OTAN creían que el bloque comunista iba a llevar a cabo un golpe coordinado contra las bases aéreas de la Alianza.
"Hay muchas cosas que hicimos en la época de Guerra Fría —encubrimiento, camuflaje y engaño, también conocido como CCD, la reparación de aeródromos y el aumento de su operatividad—, así que hemos extraído muchas lecciones que podemos utilizar en el Pacífico", afirmó el coronel Max Marosko, vicedirector de Operaciones Aéreas y Ciberespacio en la sede de las Fuerzas Aéreas del Pacífico.
Según indica Majumdar, el Pentágono podría aplicar varias lecciones de la década de 1990 en el Pacífico para luchar contra Rusia o China. Marosko recordó que, durante la operación en Irak, las tropas norteamericanas se desplegaron en las bases de Oriente Próximo, donde "los pilotos durmieron en las tiendas de campaña y comieron raciones de combate durante muchas semanas".
Marosko está convencido de que este modelo minimizará la vulnerabilidad de la Fuerza Aérea en un conflicto.
En su reciente publicación, Marosko subrayó que, para maximizar la supervivencia de los aviones de quinta generación, hay que dispersarlos en numerosas bases aéreas, civiles y militares, y "evitar la concentración de más de un escuadrón en cualquier lugar".
Para desarrollar este concepto, EEUU debe mejorar su logística e, incluso, desplegar aviones cisterna cerca de las bases en la región. Lo último supone una cuestión de vital importancia, puesto que los F-22 y F-35 son cazas de corto alcance.
Marosko admite que este puede ser el talón de Aquiles de la Fuerza Aérea norteamericana, porque existe una amenaza grande de que los adversarios de EEUU intenten destruir las cisternas voladoras.
La dispersión de 'los activos aéreos' norteamericanos puede ser una estrategia militar para que Washington mantenga su ventaja en el escenario del Pacífico y en el resto del mundo. De todas maneras, Rusia y China no se quedan muy atrás.
De aplicar este enfoque a los desarrollos actuales, resultaría más clara la razón por la que los estadounidenses vienen aumentando la cantidad de bases por todo el mundo. De hecho, podría tratarse de la preparación de una ventaja táctica.
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