Por: Edgardo Aguilera - Ámbito
CUMBRE. El ministro de Defensa, Julio Martínez, recibió ayer al almirante Kurt W. Tidd junto con el embajador Noah Mamet.
El ministro de Defensa, Julio Martínez, recibió ayer al almirante Kurt W. Tidd, comandante del Comando Sur de los Estados Unidos. El marino estadounidense llegó acompañado por el embajador Noah Mamet, una señal inconfundible de que tanto el Departamento de Defensa como el de Estado (cancillería) avanzan en sintonía en la relación bilateral con el Gobierno de Macri tras la visita de Barack Obama al país.
A media mañana la delegación norteamericana entró al Edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa; después de los saludos de protocolo, el almirante Tidd abrió el diálogo con esta frase: "La respuesta es sí. "Hagan ahora las preguntas que quieran". Sorpresa y entusiasmo entre los funcionarios criollos que rodeaban al ministro, el secretario de Estrategia, Ángel Tello, el subsecretario José Vila, el jefe de Gabinete, Damián Vaudagna, y el director nacional de Inteligencia Estratégica Militar, Eduardo Savarino. Antes, Tidd había pasado por una unidad del Ejército, la Agrupación de Ingenieros 601, que se especializa en la detección y la liberación de artefactos explosivos en zonas bajo conflicto. Esa fracción de técnicos e ingenieros militares tiene una expertise reconocida, trabajaron en África y también cooperaron en el plan de desminado de las Malvinas. Macri se comprometió a participar en el desminado humanitario de Colombia con el presidente de ese país, Juan Manuel Santos, y también había recibido un pedido formal por parte del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. En Colombia existen miles de artefactos plantados por las FARC durante las casi 5 décadas que duró el enfrentamiento de los rebeldes con el Gobierno.
El cónclave entre Martínez y Tidd fue a agenda abierta, el ministro aprovechó la buena disposición estadounidense y listó los requerimientos, entre ellos aviones supersónicos F-16, apoyo logístico para situaciones de catástrofe, cooperación en la Antártida, y un sinnúmero de pertrechos, además de uniformes. El jefe del Comando Sur no puso reparos, tal como había dicho en la apertura, sólo mencionó que la cuestión de los aviones iba encarrilada a través de la Fuerza Aérea. Este diario informó en una edición de fines de 2015 que el mando aéreo criollo pidió por nota cursada al embajador Mamet la disponibilidad y precio de un escuadrón de F-16. Haya sido en broma o no, Martínez sugirió que podrían cederlos a precio honorífico o simbólico. Fuentes al tanto de esas negociaciones comentaron que habría aparatos disponibles que son dotación de la Guardia Nacional, por caso en el estado de Texas.
El avance en el vínculo con el Comando Sur quedó sellado con una iniciativa: la designación de un "enlace" de la Argentina en la sede del comando en Miami. No se definió si será civil o militar, pero dadas las actividades de responsabilidad del organismo estadounidense, uno diría que el puesto será cubierto por un uniformado. "El Comando Sur de los Estados Unidos es responsable de todos los aspectos de la cooperación en materia de seguridad del Departamento de Defensa en las 45 naciones y territorios de América Central, América del Sur y el mar Caribe, un área de 16 millones de millas cuadradas", dice en su misión.
También se acordó la reanudación de ejercitaciones y capacitación bilateral que se hará en maniobras regionales e internacionales. Durante la administración Kirchner se enfriaron las relaciones con el Pentágono, hubo una paulatina suspensión de la participación de efectivos criollos en maniobras clave, por caso, los operativos Águila para fuerzas aéreas, las maniobras Panamax y Amistad Duradera (Enduring Friendship, en inglés) en las que buques de la Armada operaban en aguas del mar Caribe y los Fluvial, que involucraban tropas de elite en operaciones de asalto anfibio. Nilda Garré en 2009, entonces ministra de Defensa, sumió en criogénesis la relación con el Pentágono luego de que diera un plazo de 45 días para que el "grupo militar de los Estados Unidos en la Argentina" abandonara las oficinas que ocupaba en una sede del Ejército Argentino.
CUMBRE. El ministro de Defensa, Julio Martínez, recibió ayer al almirante Kurt W. Tidd junto con el embajador Noah Mamet.
El ministro de Defensa, Julio Martínez, recibió ayer al almirante Kurt W. Tidd, comandante del Comando Sur de los Estados Unidos. El marino estadounidense llegó acompañado por el embajador Noah Mamet, una señal inconfundible de que tanto el Departamento de Defensa como el de Estado (cancillería) avanzan en sintonía en la relación bilateral con el Gobierno de Macri tras la visita de Barack Obama al país.
A media mañana la delegación norteamericana entró al Edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa; después de los saludos de protocolo, el almirante Tidd abrió el diálogo con esta frase: "La respuesta es sí. "Hagan ahora las preguntas que quieran". Sorpresa y entusiasmo entre los funcionarios criollos que rodeaban al ministro, el secretario de Estrategia, Ángel Tello, el subsecretario José Vila, el jefe de Gabinete, Damián Vaudagna, y el director nacional de Inteligencia Estratégica Militar, Eduardo Savarino. Antes, Tidd había pasado por una unidad del Ejército, la Agrupación de Ingenieros 601, que se especializa en la detección y la liberación de artefactos explosivos en zonas bajo conflicto. Esa fracción de técnicos e ingenieros militares tiene una expertise reconocida, trabajaron en África y también cooperaron en el plan de desminado de las Malvinas. Macri se comprometió a participar en el desminado humanitario de Colombia con el presidente de ese país, Juan Manuel Santos, y también había recibido un pedido formal por parte del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. En Colombia existen miles de artefactos plantados por las FARC durante las casi 5 décadas que duró el enfrentamiento de los rebeldes con el Gobierno.
El cónclave entre Martínez y Tidd fue a agenda abierta, el ministro aprovechó la buena disposición estadounidense y listó los requerimientos, entre ellos aviones supersónicos F-16, apoyo logístico para situaciones de catástrofe, cooperación en la Antártida, y un sinnúmero de pertrechos, además de uniformes. El jefe del Comando Sur no puso reparos, tal como había dicho en la apertura, sólo mencionó que la cuestión de los aviones iba encarrilada a través de la Fuerza Aérea. Este diario informó en una edición de fines de 2015 que el mando aéreo criollo pidió por nota cursada al embajador Mamet la disponibilidad y precio de un escuadrón de F-16. Haya sido en broma o no, Martínez sugirió que podrían cederlos a precio honorífico o simbólico. Fuentes al tanto de esas negociaciones comentaron que habría aparatos disponibles que son dotación de la Guardia Nacional, por caso en el estado de Texas.
El avance en el vínculo con el Comando Sur quedó sellado con una iniciativa: la designación de un "enlace" de la Argentina en la sede del comando en Miami. No se definió si será civil o militar, pero dadas las actividades de responsabilidad del organismo estadounidense, uno diría que el puesto será cubierto por un uniformado. "El Comando Sur de los Estados Unidos es responsable de todos los aspectos de la cooperación en materia de seguridad del Departamento de Defensa en las 45 naciones y territorios de América Central, América del Sur y el mar Caribe, un área de 16 millones de millas cuadradas", dice en su misión.
También se acordó la reanudación de ejercitaciones y capacitación bilateral que se hará en maniobras regionales e internacionales. Durante la administración Kirchner se enfriaron las relaciones con el Pentágono, hubo una paulatina suspensión de la participación de efectivos criollos en maniobras clave, por caso, los operativos Águila para fuerzas aéreas, las maniobras Panamax y Amistad Duradera (Enduring Friendship, en inglés) en las que buques de la Armada operaban en aguas del mar Caribe y los Fluvial, que involucraban tropas de elite en operaciones de asalto anfibio. Nilda Garré en 2009, entonces ministra de Defensa, sumió en criogénesis la relación con el Pentágono luego de que diera un plazo de 45 días para que el "grupo militar de los Estados Unidos en la Argentina" abandonara las oficinas que ocupaba en una sede del Ejército Argentino.
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