Por: Josep Baqués - Análisis GESI
Recientemente ha entrado en servicio el submarino Arihant, el primero de una serie de tres con capacidad para lanzar misiles nucleares. De esta manera, el Estado asiático se dota del instrumento más eficaz para disuadir a cualquier potencial adversario, dada la elevada improbabilidad –rayana con la imposibilidad- de detectar y destruir ese tipo de buque, una vez se halla en alta mar.
El desarrollo del programa indio de submarinos nucleares lanzamisiles
El segmento naval del programa nuclear indio es fruto de una lenta maduración. A su vez, debe ser puesto en conexión con la doctrina geoestratégica seguida por Nueva Delhi. En relación con el primer aspecto, cabe recordar que, si bien la primera prueba nuclear india data de 1974, no fue hasta 1983 que se iniciaron los planes para dotarse de sumergibles de propulsión nuclear. Como no podía ser de otra forma, dadas las fechas, se buscó el apoyo de la URSS, que era el país al que la “no-alineada” India realizaba la mayor parte de sus importaciones de armamento. El siguiente paso fue el alquiler de un SSGN soviético de la clase Charlie (enero de 1988-enero de 1991), que aportó muchas experiencias en el manejo de este tipo de buques (propulsión, permanencia en la mar, nuevos entornos operativos, etc).
Pero las circunstancias se precipitaron cuando, tras la segunda prueba nuclear india (1998) se sucedieron hasta cinco ensayos realizados por Pakistán. En ese momento, el gobierno de Nueva Delhi se apresuró a definir la doctrina nuclear que aún hoy está vigente, así como a impulsar el proyecto de dotarse de auténticos sumergibles lanzamisiles balísticos. Dicha doctrina, explicitada en 1999, consiste en la consecución de la denominada “disuasión nuclear mínima creíble”. Hay que tener en cuenta que la India se adhiere al principio de “no-first-use” del arma nuclear. Lo cual implica que para que esa disuasión sea efectivamente creíble, debe dotarse de sistemas de armas que garanticen su inmunidad ante la eventualidad de un primer ataque rival. Por ello, sin perjuicio del desarrollo paralelo de los otros dos elementos de la tríada nuclear (bombardeo estratégico e IRBMs/ICBMs) quienes desean gozar de esa opción deben apostar por los SSGNs/SSBNs.
El INS Arihant es el primer producto del objetivo entonces trazado. Puesto en grada en 2004 y botado en 2009, ha entrado en servicio en 2015. Los años transcurridos entre esos hitos no son pocos, pero constituyen una buena muestra (una más) de los problemas inherentes a diseñar y construir prototipos cuando a estas tecnologías nos referimos (valga como consuelo para nuestros AIPs S-80). Es importante reseñar que se trata de un logro de la ingeniería local, si bien en los inicios del proyecto hubo asistencia rusa (a través de la oficina de diseños Rubin) y existen asimismo indicios de que el reactor deriva del también ruso VM-5. Sea como fuere, lo cierto es que este buque ha sido construido en los astilleros de Visakhapatnam y que su reactor es fruto de los desvelos del Bhabha Atomic Research Centre (BARC) de Kalpakkam. De este modo se constata otro hito importante: la India es el primer Estado que no es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU capaz de diseñar y construir submarinos nucleares.
Sus dimensiones y desplazamiento se acercan sobremanera a los de la extinta serie de SSBN estadounidenses de la clase George Washington: 110 metros de eslora por 11 de manga, en el caso que nos ocupa (112 por 10.2 en el de los SSBN de la US Navy aquí comparados). Oficialmente, elArihant desplaza poco más de 6.000 toneladas. Pero, dados esos parámetros, cabe suponer que bien pudiera alcanzar las 7.000 en inmersión. Su dotación ofensiva (tubos lanzatorpedos al margen, que en este tipo de buques tienen más bien una vocación defensiva) se basa en la disponibilidad de 4 silos para misiles de lanzamiento vertical en inmersión. No son muchos, pero la explicación puede radicar en que cada uno de ellos alberga 3 misiles del tipo K-15 Sagarika(también de diseño nacional). Se trata de ingenios que con su máxima carga bélica (una cabeza de una tonelada) pueden alcanzar una distancia modesta para un auténtico SLBM: 750 kms, pero muy relevante en función de la reseñada capacidad para operar con gran sigilo. Técnicamente, esa distancia sólo justificaría hablar del buque como un SSGN y no de un SSBN, aunque seguramente asistiremos a un baile de siglas en los próximos meses, hasta que los especialistas consensuen la mejor opción. Sin embargo, existe otra opción para ampliar el radio de acción de esos misiles: reduciendo esa carga a 180 Kgrs, el alcance eficaz del K-15 se acerca a los 2.000 Kms.
Por otro lado, el programa nuclear indio prevé que cuando la serie de tres submarinos nucleares estén operativos, ya estarán en disposición de emplear los nuevos misiles K-4, de 3.500 Kms de alcance, aunque cada silo sólo podrá alojar uno de esos ingenios (es decir, 3 K-15 o un sólo K-4 en cada lanzador). Dicho crudamente, los K-15 podrían golpear Karachi, pero sólo con los K-4 se podría hacer lo propio con Islamabad. Siempre planteado, claro está, como mera hipótesis disuasoria.
China también entra en los cálculos de Nueva Delhi
Aunque la India tiene como principal objetivo la disuasión nuclear respecto a su vecino pakistaní, también mira de reojo el creciente poder económico y militar chino. Máxime cuando el gobierno de Pekín está haciéndose con una flota de alta mar que, más allá de su peso específico en cuanto tal, denota su interés por ampliar sus miras y proteger las rutas de acceso de sus relevantes importaciones y exportaciones allende sus fronteras.
Dada la ubicación geográfica de la India, la necesidad de asegurar el propio abastecimiento de fuentes de energía y materias primas, la proximidad de ese nudo gordiano que es el estrecho de Malaca, las maniobras chinas por hacerse con rutas alternativas para la llegada del petróleo y del gas natural que su economía necesita, ya sea a través de Birmania y del propio Pakistán (Estado con el que Pekín viene colaborando en materia militar desde hace años), por no hablar de los conflictos territoriales mal resueltos entre ambos gigantes, tanto en la zona del Tíbet (Arunachal Pradesh) como en la de Cachemira (Aksia Chin) que en época no tan lejana han motivado varios enfrentamientos armados, incluida una guerra con varios miles de bajas por ambos bandos… dado, en definitiva, ese cúmulo de circunstancias, no es tan raro que Nueva Delhi se haya decidido a potenciar su vector naval más allá de las estrictas necesidades de disuadir al gobierno de Islamabad.
Desde hace al menos treinta años, la Marina de guerra india es una de las más poderosas del planeta. Ello es acorde con la capacidad económica, con la demografía y con la ubicación de dicho Estado, rodeado por mar y con varios archipiélagos a su cargo, que además constituye el costado oriental del área de “penetración de la violencia” global según Brzezinski. Ahora bien, más allá de la frialdad de las cifras, propia de los análisis puramente cuantitativos (que no suelen llevar muy lejos al analista) en los últimos años se nota la tendencia a un salto cualitativo -al igual que está ocurriendo con la marina de guerra china- en el contexto de una carrera de armamentos de ámbito, cuanto menos, regional.
En lo que al arma submarina respecta, la India ha vuelto a aprovechar sus buenas relaciones con Rusia para repetir la jugada de 1988 con los submarinos nucleares de ataque. En esa línea, ha arrendado por diez años (a contar desde 2011) un SSN del tipo Akula, que a día de hoy es plenamente operativo. Tan presente está la anterior experiencia, que el nuevo buque ha sido rebautizado con el mismo nombre de su antecesor (INS Chakra). De nuevo, todo parece indicar que, sin perjuicio de las notorias capacidades ofrecidas por este buque, la idea es iniciar un proyecto a medio plazo para dotarse de SSNs de construcción nacional. De hecho, se prevé una primera serie de 6 unidades de este tipo, pero no para antes del 2025. Por el momento, la solución interina pasa por hacerse con sumergibles convencionales dotados de AIP (otra cosa es que, a nivel conceptual, haya que seguir considerando como convencionales a este tipo de submarinos, cosa que dudo) lo cual ya los dotaría de una significativa capacidad para operar durante prolongados períodos de tiempo sin salir a la superficie (se calcula que tres semanas). Una primera serie (ya contratada) de 6 Scorpène, podría contribuir a ello, dotando a los dos últimos de la misma con dicho sistema de propulsión. Esos buques sustituirán a los 4 Tipo 209 actualmente en servicio, incorporando una capacidad ofensiva superior a la de los sumergibles que sustituye, ya que además de torpedos de 533mm podrán lanzar hasta 4 misiles anti-buque SM-39 Exocet, con un alcance de 50 Kms.
En cambio, los 9 Kilo supervivientes de la serie de 10 inicialmente adquiridos a la URSS/Rusia (1986-2000) tendrán más recorrido, en la medida en que están siendo modernizados a fin de dotarlos de misiles de crucero (asimismo rusos) del tipo SS-N-27, esta vez lanzables desde los tubos lanzatorpedos de 533 mm. Estos misiles tácticos -considerados muchas veces como de crucero- poseen un alcance algo superior a los 200 Kms y pueden batir tanto objetivos costeros como buques enemigos. De modo que los submarinos convencionales indios también se hallan entre los más poderosos de su tipo, dadas sus amplias capacidades operativas.
¿Energía nuclear (también) para sus portaaviones?
Otro brazo potenciado en la Armada india es el de la aviación embarcada. Hasta hace pocos años, contaba con dos vetustos portaeronaves adquiridos de segunda mano a la Royal Navy (el último de ellos, el famoso ex Hermes que participó, ya con cerca de cinco lustros en sus cuadernas, en la Guerra de las Malvinas). Eran buques cuya aviación embarcada se reducía a unos pocos V/STOL Sea Harrier, helicópteros al margen. Sin embargo, aunque controvertida, la decisión de adquirir a Rusia y remozar a un ex Kiev contiene muchas más promesas que las que el mero hecho en sí parece indicar.
En realidad, este buque ha sido completamente recorrido, desde sus entrañas (sus 8 calderas originales han sido sustituidas por otras de nuevo cuño) hasta sus equipos electrónicos, pasando por su cubierta de vuelo. Tanto es así que, pese a haber sido botado en 1982, el rebautizado comoVikramaditya es un buque prácticamente nuevo, del que se esperan no menos de 20 años de servicio en primera línea (hasta 2035). Tras años de labores, este buque está presto a iniciar sus operaciones, con un ala embarcada de unos 20 Mig-29K y 8/10 helicópteros –sobre todo antisubmarinos.
Un segundo portaaviones, el INS Vikrant (que responde al código IAC-I), está en avanzada fase de construcción, estando prevista su entrada en servicio en 2018. Como el Vikramaditya, está dotado de ski jump. Se prevé que actuará con un ala embarcada de similar composición y dimensiones (para ello ya se han adquirido un total de 45 Mig-29K). Hasta aquí, ninguna novedad de realce. Sin embargo, los planes del gobierno de Nueva Delhi confirman que el objetivo es dotarse de tres grupos aeronavales que pivotarán sobre otras tantos portaaviones, para garantizar de ese modo que dos de ellos estén permanentemente alistados para el combate. De manera que sus previsiones incluyen otros dos buques de este tipo (los IAC-II e IAC-III, el segundo de ellos para sustituir, llegado el momento, al propio Vikramaditya).
Pues bien, las actuales previsiones contemplan la posibilidad de que los IAC-II e IAC-III sean portaaviones dotados de catapultas electromagnéticas (EMALS) y propulsión nuclear. Lo primero es algo más que un deseo (se trata del mismo sistema que la US Navy está instalando en los nuevos portaaviones de la clase Gerald Ford… y la colaboración con la industria india en el contexto de este programa ya está en marcha) mientras que lo segundo será una realidad en función de la experiencia que se obtenga con el submarino INS Arihant del que antes he hablado.Ni que decir tiene que esta combinación, unida a un ligero incremento de la superficie útil de su cubierta de vuelo así como de su capacidad de hangar, permitiría a la India dotarse de una capacidad de combate de superficie y de proyección del poder naval sobre tierra realmente impresionante, sólo por detrás de los EEUU, al nivel de lo que para entonces será la propia China y por delante del Reino Unido, Francia y Rusia (por este orden, en lo que se refiere a su capacidad para operar con portaaviones, en el escenario de 2030).
Más capacidad ofensiva embarcada: el impacto del Brahmos
Por si lo anterior fuera poco, la armada india ha venido acompañando este salto cualitativo de una potenciación de su flota de combate de superficie, cuyas principales unidades distan de ser tan solo buques de escolta oceánicos. En efecto, al margen de esa función (que sin duda pueden desempeñar con solvencia, dado el número y la calidad de sus sistemas embarcados) la nota más característica es que otro producto de la estrecha colaboración con la industria de defensa rusa está siendo desplegado en esos buques, dotándolos de una excelente capacidad para el combate naval del siglo XXI (esto es, a grandes distancias de las naves enemigas) o para la proyección del poder naval sobre el litoral enemigo. Se trata de los misiles de crucero Brahmos.
Estamos ante un ingenio interesante donde los haya por varios motivos. El más sobresaliente, su velocidad de aproximación al objetivo: cerca de Mach 3 (aunque se habla de que la siguiente versión, el Brahmos II, alcanzaría… Mach 7). Incluso a Mach 3, se trata de un misil muy difícil de interceptar por cualquier sistema de defensa aérea embarcado actualmente en servicio. Su alcance tampoco es despreciable: oficialmente, 290 Kms (para adaptarlos al Tratado MTCR), si bien su potencial se acerca, incluso en la versión ya en servicio, a los 500 kms.
Se trata de un arma que puede ser dotada de una cabeza nuclear de 180 kgrs. En ese sentido, podría complementar la labor de los misiles K-15 y K-4 de los submarinos nucleares. Sin embargo, en principio está previsto que los Brahmos embarcados en buques de superficie sólo sean empleados para barrer en alta mar cualquier flota de combate o anfibia enemiga que en ese momento no disponga del largo brazo protector de una aviación embarcada propia. Pero también podrían asumir la destrucción de buques de guerra enemigos que operen como piquetes radar avanzados en beneficio de una TF liderada por portaaviones, a fin de debilitar sus defensas y posteriormente proceder a atacar al buque principal. Huelga decir que esta capacidad no está pensada para hacer frente a la modesta flota de superficie pakistaní sino, más bien, para dar a entender a la marina de guerra china que conviene tener en cuenta las opiniones de ciertos vecinos…
El despliegue de los Brahmos está en plena expansión. Actualmente, la armada india dispone, entre sus buques más antiguos, de al menos tres destructores del tipo Kashin modernizados (de 4.500 Tpc) dotados con entre 4 y 8 Brahmos cada uno. A su vez, los sustitutos de los Kashin serán los 4 de la clase Visakhapatnam (de 7.400 Tpc) el primero de los cuales ya ha sido botado este mes de abril, pero esta vez dotados de una potente batería de 16 Brahmos cada uno. Mientras que entre las unidades más modernas que ya están en servicio o que están prontas a hacerlo, destacan los 3 destructores del tipo Kolkata (de 7.200 Tpc; dos de ellos en servicio y un tercero ya botado), también con 16 Brahmos por buque; las 3 últimas fragatas de la clase Talwar (de 4.000 Tpc, derivadas del tipo ruso Krivak-III), con 8 Brahmos por unidad; así como otras 3 fragatas del tipoShivalik (de 6.000 Tpc), con 8 ingenios por cada buque.
Llama la atención que los 3 poderosos destructores de 7.000 Tpc del tipo Delhi, cuyo diseño de casco constituye la base de los siguientes sub-tipos (incluido los ya reseñados Kolkata y Visakhapatnam) en su día no fueron armados con el Brahmos, sino con el misil anti-buque de inferiores prestaciones –en el fondo, simplemente, más clásico- SS-N-25 (unos 130 kms de alcance y Mach 0.8). Pero, del mismo modo que los “viejos” Kashin han sido modernizados incorporando esta arma, es muy probable que cuando llegue el momento de proceder a su mid-life upgrade los Delhi también sean dotados con el Brahmos.
Aun así, sin contar todavía con la probable modificación de los Delhi, ni con la aún incipiente serie de Visakhapatnam, la marina de guerra india podría disparar, en un día cualquiera, entre 70 y 80 Brahmos (contando con que 2/3 de sus buques de combate de superficie estén alistados para el combate). Cifra que superará los 100 misiles dentro de un lustro. Otra prueba fehaciente del creciente sea-power indio… y de que las cosas están cambiando de modo sustancial en la región asiática, en detrimento del cada vez más añejo poder naval europeo y de las crecientes dificultades financieras de los EEUU. Quizá deberíamos dibujar los mapas del mundo de un modo diferente del que es costumbre, ubicando Europa y los EEUU en los flancos de China e India. A algunos esto les puede parecer precipitado (quizá lo sea) pero las tendencias económicas, demográficas (poder latente/potencial) y de rearme (poder militar/actual) invitan a re-pensar muchos de los tópicos que sobre la geopolítica mundial han sido divulgados en los últimos 70 años, con permiso de los análisis (más lúcidos) de los Mackinder, Spykman o Brzezinski…
Josep Baqués es Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona y e imparte la asignatura Fuerzas militares, cambio tecnológico y conflictos armados en el Máster on-line en Estudios Estratégicos de la Universidad de Granada
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