El más avanzado del mundo
El regreso a la línea de montaje de los aviones de combate de quinta generación F-22 Raptor que estudia Estados Unidos, esconde una derivada de especial interés: la posibilidad de exportar a otros países unidades del considerado como el caza más avanzado del mundo.
A día de hoy ninguna fuerza aérea independiente del Pentágono puede contar con un F-22 por mucho que se lo proponga, de acuerdo con una ley fechada en 1998 que lo prohíbe expresamente. Sin embargo, el punto 3 de la evaluación “de interés especial” solicitada por el subcomité sobre Fuerzas Aéreas y Terrestres Tácticas del Congreso para que se evalúe la producción de más aviones F-22 exhorta directamente a que se valoren “las oportunidades para la exportación y la participación extranjera” en el programa.
Para ello, advierte el texto, debe revocarse la ley “que prohíbe la venta a cualquier otro país de los aviones F-22”. Estados Unidos optó por impedir que este modelo se comercializase fuera de sus fronteras para salvaguardar su superioridad en el aire. En cambio optó por el desarrollo del F-35, con tecnología derivada del F-22 pero diseñado para resultar más barato, más flexible y exportable, aunque con algunas características inferiores al primero, como su capacidad para operar a altas altitudes y velocidades.
El bimotor F-22 diseñado por Lockheed Martin, la misma compañía que se encarga del F-35, puede alcanzar los 2.400 kilómetros por hora de velocidad y realizar movimientos repentinos y en todas direcciones. Su peso máximo al despegue es de 38.000 kilos.
Estados Unidos llegó a prever la construcción de hasta 749 unidades de este modelo, pero en 2009 dejó de producirse en gran medida debido a su alto coste. En total se fabricaron 187 unidades, muy lejos de los de los 381 solicitados en 2006 por la Fuerza Aérea (USAF). La intención ahora es recuperar ese plan y producir las 194 que se quedaron en el papel.
Imagen: Lockheed Martin
El regreso a la línea de montaje de los aviones de combate de quinta generación F-22 Raptor que estudia Estados Unidos, esconde una derivada de especial interés: la posibilidad de exportar a otros países unidades del considerado como el caza más avanzado del mundo.
A día de hoy ninguna fuerza aérea independiente del Pentágono puede contar con un F-22 por mucho que se lo proponga, de acuerdo con una ley fechada en 1998 que lo prohíbe expresamente. Sin embargo, el punto 3 de la evaluación “de interés especial” solicitada por el subcomité sobre Fuerzas Aéreas y Terrestres Tácticas del Congreso para que se evalúe la producción de más aviones F-22 exhorta directamente a que se valoren “las oportunidades para la exportación y la participación extranjera” en el programa.
Para ello, advierte el texto, debe revocarse la ley “que prohíbe la venta a cualquier otro país de los aviones F-22”. Estados Unidos optó por impedir que este modelo se comercializase fuera de sus fronteras para salvaguardar su superioridad en el aire. En cambio optó por el desarrollo del F-35, con tecnología derivada del F-22 pero diseñado para resultar más barato, más flexible y exportable, aunque con algunas características inferiores al primero, como su capacidad para operar a altas altitudes y velocidades.
El bimotor F-22 diseñado por Lockheed Martin, la misma compañía que se encarga del F-35, puede alcanzar los 2.400 kilómetros por hora de velocidad y realizar movimientos repentinos y en todas direcciones. Su peso máximo al despegue es de 38.000 kilos.
Estados Unidos llegó a prever la construcción de hasta 749 unidades de este modelo, pero en 2009 dejó de producirse en gran medida debido a su alto coste. En total se fabricaron 187 unidades, muy lejos de los de los 381 solicitados en 2006 por la Fuerza Aérea (USAF). La intención ahora es recuperar ese plan y producir las 194 que se quedaron en el papel.
Imagen: Lockheed Martin
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