Saab presentó en FIDAE 2010 una maqueta y el simulador de vuelo del caza de origen sueco. Lo seguiría haciendo en sucesivas ediciones de la feria chilena, aun cuando ya se había concretado la adquisición de 36 Gripens por parte de la Fuerza Aérea Brasileña (foto: Carlos Ay).
Para quien siga las alternativas del proyecto brasileño F-X2, queda clara la importancia que tiene para Brasil haberse asociado con Saab para el desarrollo de su futuro caza Gripen.
En la pasada feria LAAD 2015, la gente se amontonó alrededor de la mock-up del avión y hubo un sinnúmero de referencias al tema en muchísimos stands de la muestra. Muchas empresas brasileñas son, o quieren ser parte, del proyecto y en la última edición de LAAD les interesó mostrarse involucradas en él.
Sin duda es un proyecto a escala nacional, y como tal está consumiendo los fondos de defensa disponibles, lo que obligará a ralentizar otros planes de adquisición de material de defensa.
Aunque el contrato inicial es por 36 aviones[1], se espera que la producción finalmente se estire otros JAS 39E / F adicionales[2], que irían tanto para la Força Aérea Brasileira (FAB), como a la Marinha do Brasil. La armada carioca planea disponer de dos portaviones a fines de la década de 2020, y tendrá que equiparlos con nuevas aeronaves.
En esta situación, Brasil se ha convertido en el líder del desarrollo de la versión JAS 39F biplaza y haría lo mismo para la versión embarcada del jet sueco. Nos guste o no, Brasil es el único país Sudamericano con capacidad de fabricar un caza de combate actualmente, pero además cuenta con la capacidad de venderlo y dar el correspondiente soporte a lo largo de su vida útil. Sin soporte no hay negocio posible, y allí es donde otras fábricas aeronáuticas de la región han fallado estrepitosamente. Con los años la industria aeronáutica brasileña ha ido sumado experiencia y capacidad tanto técnica como comercial, y ha logrado posicionarse como una industria líder de la región, con reconocimiento global.
Mock up del Gripen NG expuesta en la capital Brasilia (foto: Força Aérea Brasileira).
El proyecto Gripen está avanzando muy metódicamente porque ninguna de las partes tiene presupuestos infinitos. De hecho, la coyuntura económica brasileña es complicada funcionarios gubernamentales han tenido que salir a aclarar que el proyecto continúa teniendo el respaldo oficial. Será la década de 2020 la que vea al Gripen hacer su vuelo inaugural en Brasil.
Los largos plazos planeados para el Gripen brasileño tienden a reducir el riesgo industrial y tecnológico del proyecto. Según lo que pudimos saber en LAAD, las partes aún no están trabajando en el desarrollo de la coproducción de subsistemas complejos, como el radar o el motor.
Por otro lado, Brasil tiene la ambición de instalar determinados equipos en sus futuros aviones, como lo es la nueva pantalla grande de la carlinga, con la filial local de Elbit, AEL Sistemas.
Otra opción interesante podría venir eventualmente desde el otro lado del Atlántico. La sudafricana Denel estuvo en LAAD con su nuevo misil aire-aire de mediano alcance Marlin, posiblemente en busca de otra sociedad como la que ya tiene con la brasileña Odebrecht. Ambas compañías construyen el misil A-Darter de corto alcance. Pero ni Saab/EMBRAER, ni Odebrecht, tienen prisa por meterse en un proyecto costoso, no por el valor de los propios misiles, sino por los costes de integración y ensayos.
Así será el cockpit del futuro caza brasileño (foto: Força Aérea Brasileira).
Independencia vs. costes
La manera más barata para equipar a las fuerzas armadas de cualquier país es a menudo la importación directa. Eventualmente suavizada con algún tipo de compensaciones o participación industrial.
Concretamente la propuesta de compra de cazas Gripen se estima que generará 9100 millones de dólares en los llamados proyectos de compensación, indemnización industrial, tecnológica o comercial negociado en los contratos de FAB con empresas extranjeras. Estas compensaciones benefician a las empresas brasileñas Embraer, Akaer, SBTA, Atech, AEL, Mectron y INBRA, además de al Departamento de Ciencia y Tecnología Aeroespacial (DCTA), órgano de la FAB[3].
Vale la pena destacar, que con ese sistema de compensaciones, EE.UU. ha comercializado tradicionalmente sus productos de defensa. Si una nación quiere la autonomía, o bien tiene que gastar más dinero[4], o conformarse con equipos de menores prestaciones que restringirán sus requisitos operativos, o aceptar algún riesgo en el tiempo de ejecución de un proyecto.
Existe una cuarta opción, potencialmente grande pero arriesgada, y es la que pragmáticamente ha adoptado Brasil: recuperar parte del costo de la autonomía a través de las exportaciones. El Gripen es visto como un potencial generador de ingresos de exportación en el largo plazo, incluyendo las actualizaciones de posventa y apoyo. Es en ese ámbito, donde Argentina pretende moverse para reequipar su Fuerza Aérea.
Interesante aproximación a lo que podría ser el armamento y sistemas optrónicos de los que disponga el Gripen brasileño (foto: Força Aérea Brasileira).
“Made in home”
Sin embargo, el “Hecho en Casa” puede convertirse en una doctrina sin sentido, especialmente si va acompañada de un andamiaje legal que restringe las importaciones de materiales clave para el desarrollo de la industria de defensa. El resultado tiende a ser un gran consumo de tiempo y dinero, mientras tanto no se entregan nuevas capacidades a las fuerzas armadas locales.
Una excusa muy común para llevar a cabo este tipo de políticas, es aquella que habla de la generación de puestos de trabajo en el país. En cierto modo es una política cortoplacista que solo se sostiene en base a la existencia de un presupuesto, si no, languidece.
Pero aquel país que realmente pretenda ser vanguardia tecnológica del ámbito de la defensa, debe priorizar la adquisición de conocimientos, para luego poder desplegar un proyecto industrialmente sostenible y comercialmente viable. Ese es el enfoque que ha adoptado Brasil con el proyecto F-X2. Para ello, un importante número[5] de ingenieros y técnicos brasileños comenzarán a trabajar en áreas novedosas para los profesionales de ese país.
El camino brasileño no está libre de inseguridades y conflictos. Los plazos para el desarrollo del proyecto del Gripen aún son algo largos y los otros sistemas de armas que pretende reemplazar el avión de diseño sueco siguen envejeciendo. Cualquier demora de importancia, podría complicar el nivel de capacidades de la Força Aérea o la Marinha. Es un riesgo que el país debe correr para seguir siendo el líder indiscutido de la región.
Prototipo del simulador de vuelo del Gripen NG (foto: Força Aérea Brasileira).
Notas:
[1] En este lote de 36 aviones, trece serán fabricados íntegramente por los suecos, ocho montados en Suecia por brasileños, y quince totalmente en Brasil. Las entregas a la Fuerza Aérea tendrán lugar entre 2019 y 2024, previéndose posibilidades de futuras ventas sudamericanas a partir de Brasil.
[2] Las previsiones más optimistas hablan de hasta 70 unidades.
[3] Concretamente se espera que Embraer actúe en el desarrollo del fuselaje, las pruebas de fatiga y los ensayos de los cazas, además de montar en Brasil el lote de aeronaves correspondiente a este país. Akaer, empresa de São José dos Campos coparticipada por SAAB, llevará a cabo el desarrollo de partes de la estructura, tanto metálica como en materiales compuestos. Inbra participará en la producción de la estructura de la aeronave. También en São José dos Campos, Mectron integrará armamento y sistemas de comunicación de datos, mientras que AEL, en Porto Alegre, actuará en los sistemas de a bordo. Por último, el DCTA participará en la certificación del Gripen NG, su análisis operacional y desarrollo conceptual.
[4] Japón es un buen ejemplo, por su bajo volumen de compra de armas de alta tecnología.
[5] Se estima que más de 350 especialistas trabajarán en Suecia entre los años 2015 y 2021
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