El mismo día en el que el Cuarteto de Normandía llevaba a cabo maratonianas reuniones para pactar un plan de paz en el este de Ucrania, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, comenzaba una gira oficial por tres países latinoamericanos: Venezuela, Nicaragua y Cuba. 

Como era de esperar, los expertos rusos explicaron rápidamente la visita como "una respuesta a las acciones de EE UU", que está moviendo sus bases hacia la frontera rusa. 

"De hecho, representa la implementación de la contención no nuclear, tal y como se describe en la doctrina militar de Rusia", declara Leonid Ivashov, experto en temas militares y presidente del Centro de Análisis Geopolítico. "Lo que se vaya a desplegar allí [en los países visitados por Shoigú], bien sean buques, aviones o equipamiento radar, depende de los acuerdos concretos". 

Alexéi Fenenko, del Instituto de Seguridad Internacional, comparte la visión de Ivashov y cree que la visita de Shoigú a América Latina tenía la intención de "tratar de poner de los nervios a los EE UU".

"Conviene notar que tan pronto como los EE UU se mostraron activos en la Comunidad de Estados Independientes [antiguas repúblicas soviéticas], nosotros nos dirigimos a América Latina", dice. "Tras la guerra de cinco días con Georgia en 2008, en diciembre de ese mismo año Nicaragua y Rusia comenzaron a negociar acerca de la cooperación espacial y la venta de misiles tierra-aire en la región aumentó". 

 
Las negociaciones de Shoigú en Venezuela, Nicaragua y Cuba se realizaron a puerta cerrada. Según declaraciones oficiales trataron acerca de cooperación militar y técnico-militar, pero no se han conocido más detalles. La pregunta que surge es por qué el ministro de Defensa ruso necesitaba realizar ese visita cuando las autoridades militares y políticas del país estaban envueltas completamente en el conflicto del sureste de Ucrania. 

Los objetivos de Shoigú en Venezuela
 
Los tres países que visitó el ministro tienen importantes y fuertes lazos históricos con Rusia. En los últimos cinco años, solamente Venezuela ha recibido  de Moscú 24 aviones Su-30, 100.000 rifles Kaláshnikov, 92 tanques T-72, helicópteros y armamento antiaéreo. 

Este arsenal requiere un mantenimiento constante, que se lleva a cabo por expertos rusos establecidos o que visitas el país latinoamericano. Sin embargo hay dos contrapartidas: los acuerdos que establecieron la venta de tal cantidad de armamento se firmaron bajo la presidencia de Hugo Chávez, en un momento en el que los precios del petróleo eran más altos, y segundo, la mayoría se envió adquirieron a crédito, que debe ser todavía pagado. 

Ahora que los precios del petróleo están tan bajos y la inflación oficial en Venezuela alcanza el 68% y las reservas en divisas solo son suficientes para pagar la deuda externa durante dos años, no puede haber negociaciones para establecer nuevos contratos militares con Rusia. Posiblemente uno de los objetivos de Shoigú era saber si Caracas tiene la intención de pagar las armas ya entregadas y si no puede, qué podría ofrecer a cambio. 

 
¿Qué necesita Rusia en Cuba?
 
Los objetivos del ministro de Defensa en Cuba eran más modestos. Los medios filtraron informes acerca de la visita a una división de tanques estacionada cerca de La Habana. 

"Mucho de nuestro armamento es único", explicó el ministro cubano Lepoldo Cintra Frías. De hecho, estas divisiones son versiones híbridas de los tanques rusos T-34 y T-55. Tras la caída de la URSS, cuando Moscú dejó de enviar grandes cantidades de armamento, los cubanos no solo no pudieron renovarlo sino que se quedaron con algunas piezas viejas. De modo que tenían que tener inventiva y combinar dos tipos de tanque. De alguna manera recuerdan a los vehículos que hay en las calles de La Habana, muchos de ellos modelos híbridos de Cadillac y Chevrolet de los años 50.

Cuba espera que continúe con el envío de material que le sobra a Rusia. Pero este tipo de contratos no pueden tener un recorrido importante a largo plazo. 

La Habana está centrada ahora en la normalización de las relaciones con EE UU, y mientras Barack Obama siga en la Casa Blanca, Cuba tratará de conseguir el levantamiento del largo embargo y un acceso más libre a la isla para los ciudadanos estadounidenses. 

En este sentido, la visita de Shoigú a La Habana puede ser considerada como rutinaria, sin un contenido estratégico específico. 

 
La mayor intriga, Nicaragua
 
Las negociaciones con el gobierno nicaragüense fueron algo más intrigantes. Como es sabido, Nicaragua es uno de los cuatro países que ha reconocido a Abjasia y a Osetia del Sur, después del conflicto entre Rusia y Georgia en 2008. Posiblemente la "buena voluntad" de Managua pueda ser útil en caso de que se reconozca la independencia de Donetsk y Lugansk.

Además, según se informó, Shoigú llegó a un acuerdo para facilitar la entrada de barcos rusos a los puertos del Pacífico y del Atlántico en el país centroamericano. Pero eso no es todo. Durante el viaje se inauguró un nuevo centro topográfico, organizado y equipado por Rusia. Un representante nicaragüense le mostró al ministro un atlas topográfico del terreno en el que se está construyendo el canal de Nicaragua.  

Este canal pretende duplicar al de Panamá y conectar los océanos Atlántico y Pacífico. Las labores preliminares empezaron en diciembre. Se espera que esté operativo en 2019 y que la construcción definitiva termine en 2029. 

El grupo chino HKND es el mayor contratista. Operará en esta ruta durante 50 años con la opción de extenderlo durante 50 más. Por su uso pagará a Nicaragua 10 millones de dólares al año. 

¿Cuál es el papel de Rusia en este proyecto? Según el acuerdo establecido con Nicaragua, el país eslavo se encargará de proteger esta nueva arteria de transporte, lo que incluye buques de guerra y aviones. En otras palabras, está obligada a abrir su paraguas militar y político sobre esta nueva ruta que une los dos océanos más grandes del mundo. 

Hasta el momento Washington apenas ha reaccionado a los acuerdos militares rusos en América Latina. El presidente Obama declaró en una ocasión que los envíos de armas a Venezuela "no le molestan".  Sin embargo ahora la situación es algo diferente. El canal de Nicaragua es un competidor directo de la ruta por Panamá, controlada por los EE UU, y podría cambiar no solo el equilibrio de poder en América Central sino también provocar una revisión del mapa geopolítico en todo el mundo. La embajada de EE UU en Nicaragua ya ha expresado esta preocupación. 

La preocupación estadounidense es triple: el fortalecimiento de la presencia militar rusa en aguas de Nicaragua, el aumento de la rivalidad entre los EE UU y China en la región y el establecimiento de una nueva ruta para el petróleo y otras materias primas controladas por competidores de los EE UU.

Por otro lado, hay grupos ecologistas que han expresado su preocupación, ya que creen que el nuevo canal podría provocar un desastre ecológico, según declaran amenaza con contaminar el agua del lago Nicaragua, el mayor lago tropical de América Latina. 

Para bloquear la construcción del que ha sido calificado como proyecto preferido del presidente Daniel Ortega, las autoridades estadounidenses esperan que haya un cambio político en Nicaragua, que el contratista hongkonés (involucrado en varios escándalos en su país) sea incapaz de cumplir con el contrato, o incluso en que Rusia pierda el interés debido a la delicada situación económica por la que atraviesa. 

Al mismo tiempo, el canal de Nicaragua parece haber sido una de las causas más destacadas para la visita de Serguéi Shoigú a la región, como si se oyeran ecos de la confrontación entre Rusia y Occidente a causa de Ucrania, en otro lugar del mundo. 

Fuente: Ria Novosti
Eugene Bai, Russia Direct  
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